"Una buena escuela es una escuela donde todos los chicos puedan aprender, donde todos los chicos quieran estar y donde los maestros aprendan y puedan ser ellos mismos para que los alumnos aprendan y puedan ser ellos mismos". Claudia Romero.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Los adolescentes, un punto de vista desde el texto de Nasio



Esta pregunta  surge , al escuchar tantas quejas y el poco conocimiento que se tiene de algunas cestiones claves en el desarrollo del adolescente.


1-¿Qué les ocurre a los adolescentes mientras transita la escuela,   qué piensan de ella?
¿Los docentes estamos capacitados para adaptarnos a estos requerimientos?

Al reflexionar sobre esta pregunta, creo de manera redundante que hay que preguntarse, cuál es la mirada de los jóvenes respecto a la escuela y  cómo transitan su adolescencia bajo la mirada de los adultos.
La escuela para los adolescentes  es percibida como un espacio transitorio de encuentro, socialización, diferencias entre pares y desacuerdos, intolerancia o indiferencia para con los adultos.
Por otro lado, los docentes  no sabemos cómo sortear las dificultades que se presentan a diario y en algunos casos tomamos en forma personal estos conflictos y no tenemos en cuenta las singularidades y semejanzas de esta franja etaria de la sociedad.
La lectura del  libro del doctor Juan David Nasio, ¿Cómo actuar con un adolescente difícil?: consejos para padres y profesionales (Paidós).
Explica a través de sus estudios y experiencia como se desarrolla esta etapa de sufrimiento y pérdida del adolescente y a través de esos conocimientos y sugerencias  podemos  entender sus necesidades y a partir de ellas ayudarlos a transitarla y  en especial a no juzgarlos mientras va transcurriendo esta etapa de la vida.
El concepto de adolescencia del doctor  Nasio  expresa  “La adolescencia es un pasaje obligado, el pasaje delicado, atormentado pero también creativo, que se extiende desde el fin de la infancia hasta la puerta de la madurez” [1]  el cual  coincide con  la definición de Arminda  Aberastury que expresa   que la adolescencia es la “etapa de la vida durante  la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en  las primeras relaciones parentales, y en un duelo por la identidad infantil”[2]….
Al tener  presente estas definiciones podemos entender a los adultos  cuando protestan y relatan que  los jóvenes parecen  debilitados, cansados, sin ganas. Nasio advierte que “todo ser viviente debe morir un poco todos los días. Es decir, debe mutar; padecer la pequeña muerte celular que renueva y da vida. Nosotros, los adultos, perdemos cada día un poco de nosotros mismos, de manera incesante e inadvertida. Cuánto más terrible ha de ser este fenómeno en el adolescente, en quien todo tiene que cambiar a la vez, violentamente: el cuerpo debe desmembrarse, la infancia irse, y la cabeza, mareada, debe reconquistar penosamente su poder sobre el cuerpo”.
La relación cotidiana, los debates abiertos que se generan, el choque de opiniones desafiantes, las reacciones temperamentales bruscas, donde el joven quiere imponer  su ley, los comportamientos perezosos, son sólo algunas características  de esta edad singular donde los adultos debemos estar tranquilos, precisos y atentos a los cambios .
Nasio sostiene   que “ el joven muchacho  o la chica de hoy es un ser trastornado, que alternativamente se precipita alegre hacia adelante en la vida, luego de pronto se detiene  agobiado vacío de esperanza, para volver a arrancar inmediatamente llevado por el fuego de la acción, todo en el son contrastes y contradicciones”…  estas situaciones que desconcierta al adulto  y  lo  llevan a confrontar al  joven con acusaciones, preguntas y en ocasiones gritos que ofenden al adolescente el cual no puede poner en palabras lo que siente y así comienza un círculo vicioso de agresiones  que en algunas situaciones se torna insostenible entre las partes y que   necesita la intervención de otro  adulto que detenga esta escalada de violencia. 
El doctor Nasio diferencia el sufrimiento  inconsciente del adolescente  en tres maneras diferentes:
·                    Neurosis de crecimiento: sana necesaria para volverse adulto (angustia, tristezas rebeldía) sufrimiento moderado.
·                    Comportamientos peligrosos: la puesta en acto de un sufrimiento inconsciente. (Depresión, aislamiento, intento de suicidio, consumo de drogas, distanciamiento escolar, vandalismo) sufrimiento inconsciente Intenso.
·                    Por medio de perturbaciones mentales: esquizofrenia, fobias, depresión, desórdenes  alimentarios, perversiones) sufrimiento inconsciente extremo.
Todo adolescente debe enfrentar un duelo, con un grado intensidad muy marcada, está buscando su identidad y esos cambios son  percibidos agudamente por los jóvenes. El pasaje de un estadio de la vida a otro se sucede a través de períodos de crisis cuya separación incluye el dolor de dejar lo conocido y el esfuerzo psíquico por superarlo. Este dolor de la pérdida va acompañado de un duelo, cuya elaboración es el paso imprescindible para comenzar cada etapa. Juan Nasio coincide con  Aberastury  en señalar que en la adolescencia se viven tres duelos básicos:
·                    Duelo por el cuerpo de niño.
·                    Duelo por la pérdida de la identidad infantil
·                    Duelo por los padres de la infancia[3]

“es la construcción progresiva del adulto porvenir. Ya no estamos en presencia de un yo histérico agitado por el conflicto interno  entre las pulsiones y el superyó, sino de un yo sereno, resuelto a perder  y a crecer regenerándose paso a paso...”[4]
Cada adolescente es un individuo, con una personalidad única y con intereses particulares, sus propios gustos y disgustos, debe enfrentar un duelo de perdida para  afrontar la adultez.
Sin embargo, hay numerosos factores comunes en el desarrollo que todos afrontan durante los años de la adolescencia y que podemos identificar de la siguiente manera:
·                    Lucha con su sentido de identidad,
·                    Se siente extraño o abochornado consigo mismo o con su cuerpo
·                    Se enfoca en sí mismo, alternando entre altas expectativas y un pobre concepto propio 
·                    Lo influencian los amigos en su modo de vestir e intereses, Su humor es cambiante,
·                    Mejora su habilidad del uso del lenguaje y su forma de expresarse,
·                    Tiene menos demostraciones de afecto hacia los padres; ocasionalmente el adolescente se pone grosero,
·                    Se queja de que los padres interfieren con su independencia,
·                    Tiene la tendencia a regresar al comportamiento infantil.
Estos factores comunes son descriptos con detalle por el doctor Nasio y por  Aberatury “La adolescencia normal”.

El trato con los adolescentes  presenta muchos frentes, que se entrecruzan conformando una realidad compleja y  el contacto diario con ellos nos deja dos opciones a mí entender:
·                    acercarnos para comprenderlos,
·                    mantener una actitud distante apoyada en una postura defensiva.

Es de suma importancia que los docentes estemos familiarizados con estas investigaciones y consejos prácticos, ya que  nos aportan instancias  que podemos identificar para accionar   desde  el conocimiento y nos ayuda a pararnos en otro lugar con respecto  al trato y modos de sobrellevar esta etapa que  irrita a unos y otros.
La rebeldía es vista por el autor en “Los tres estados del yo del adolescente histérico: estado angustiado, un estado triste  y un estado rebelde siendo este último el estado del yo más característico de la histeria juvenil”[5]. Es en este estado donde las chicas y chicos  oscilan, muestran su rabia, violencia, maltratos físicos personales o hacia sus congéneres, es destructivo y representa su personalidad, su contexto familiar y su medio social. La adolescencia y la histeria van de la mano y posee características diferenciadas en los modos de  manifestarla entre hombres y mujeres.
 Muchos chicos sostienen que la escuela les aburre y si pudieran  la abandonarían que van a desgano y no desean cumplir con el mandato  social de formarse según las reglas de los adultos, Nasio nos dice que “no hay nada más humillante, más doloroso y más temido  que hacer feliz a un adulto que le hace un pedido”[6]  el adolescente  no está dispuesto a mostrar debilidad, mantiene distancia, rechaza toda obligación, se muestra agresivo y su súperyo se defiende de los ataques de los adultos.
Los chicos y chicas también desconfían de sus maestros pues son la extensión del control familiar, ¿por qué estudiar, para qué hacer las tareas, por qué no pelear en clase? Estas  son ordenes que los adolescentes  no están dispuestos a cumplir,  no se van a humillar ante su maestro y menos aún delante de sus compañeros demostrando sumisión y tal vez  ser avergonzado por sus pares.
El autor en sus consejos prácticos para profesionales  sugiere estar atentos “ante las crisis de un adolescente normal como a un adolescente que presenta un comportamiento peligroso”[7]
·                    Entre los 12 y 16 años son los más difíciles.
·                    Cambio brutal de la conducta habitual, inmanejable por los padres o  docentes.
·                    Desescolarizados, desocupados, obnubilado por PC. Vagabundo.
·                    Desconcierta a los padres y al entorno.
·                    Los varones son agresivos, y las jovencitas depresivas.
·                    Pedir ayuda inmediatamente a un profesional psicoanalista.
·                    El tratamiento de un adolescente que sufre son acciones preventivas de los trastornos que podrían sobrevenir en la edad adulta.

A pesar del escepticismo que parece marcar la época actual,  la escuela es un espacio donde se puede trabajar con los alumnos sin que ellos sientan la presión  permanente de la mirada observadora de los adultos pero estos  cambios en la conducta del docente son difíciles de lograr sin una mirada más amplia y capacitada sobre el incierto mundo adolescente.
Los docentes  debemos  transformarnos  para responder a las demandas de los jóvenes, sin renunciar a ser adultos responsables.
En algunas ocasiones  los alumnos rescatan como verdadero el vínculo que establecen con los compañeros,  conocen a algún profesor que los hace pensar, “los escucha”, y entiende su realidad personal y social.
Sabemos que rechazan la estructura escolar y el hecho de estar muchas horas por día escuchando contenidos  que les son lejanos y poco prácticos, genera un clima hostil  en la clase.
 La escuela es vista como una institución poco ligada a  las necesidades, gustos  requerimientos de la  vida, cuya asistencia es obligatoria pero no asegura ningún éxito. Es una ocupación que saca tiempo para lo verdaderamente importante y que no genera mayores responsabilidades.
 Este libro se transforma en un instrumento valioso para  profesionales que trabajan con adolescentes  al disponer de información  necesaria para ser capaz de escuchar, entender, ayudar y el  intercambio de posiciones y experiencias con otros profesionales ,  nos dará una nueva imagen de re-pensar al adolescente y re-crear la escuela para obtener mejores resultados educativos y de comunicación.
















Bibliografía
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·                     Nasio,  (2012) ¿Cómo actuar con un adolescente difícil? Buenos Aires: Paidós.
·                     Aberastury, A. / Knobel, M. (1980) La adolescencia normal. Un enfoque psicoanalítico. Buenos Aires: Paidós




[1] Nasio,  Juan D, “¿Cómo actuar con un adolescente difícil?, Ed. Paidos, Buenos Aires 2010.

[2] Arminda Aberastury, “La adolescencia normal” .Cap. 2. Paidos, Buenos Aires – Barcelona
[3] Aberastury, Arminda y Konobel, M “La adolescencia normal”, Ed. Piados, Buenos Aires 1985,Pág. 23 y 24.
[4]Nasio, Juan D, “¿Cómo actuar con un adolescente difícil?, Ed. Paidos, Buenos Aires 2010, Pág. 57.  
[5] Nasio, Juan D, “¿Cómo actuar con un adolescente difícil?, Ed. Paidos, Buenos Aires 2010, Pág. 42.
[6] Nasio, Juan D, “¿Cómo actuar con un adolescente difícil?, Ed. Paidos, Buenos Aires 2010, Pág.  47-53

[7] Nasio, Juan D, “¿Cómo actuar con un adolescente difícil?, Ed. Paidos, Buenos Aires 2010, Pág.  70.